bajo los robles del cementerio municipal,
nuestros manos llenas de pájaros heridos,
las hojas marchitas entre los libros,
íbamos ebrios y tristes
enterrando los sueños de la infancia,
esperando el nuevo amanecer,
escuchando al grupo The Doors,
escuchando al grupo The Doors,
con los cuadernos manchados de vino
con las historias de Lowry, Bolaño y Mario Santiago
tatuadas en el cráneo,
esquivando a los zopilotes que sobrevolaban
nuestras cabezas de siameses enardecidos.
tatuadas en el cráneo,
esquivando a los zopilotes que sobrevolaban
nuestras cabezas de siameses enardecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario